Alicia llevo días sin dormir, el niño no sé si está comiendo bien y llora mucho.
Ella es una de mis mamás y la sensación de no saber si lo está haciendo bien es normal.
Me pide una de las veces que nos vemos que hable del puerperio. Las mamás no conocen lo que es esto, debes explicarles, me dice. Y yo que la conozco, sé que no lo ha pasado bien, que ha visto su mundo cambiar, incluso ha visto cambiar a su gente.
Esta etapa es una gran desconocida, y a ella tienes que enfrentarte sin libro de instrucciones, sin nadie que pueda ayudarte, porque hay tantas situaciones como mujeres y hay tantas formas de llevarlo como niños nacen.
Imaginad que habéis pasado 9 meses o incluso más esperando un momento, lo habéis deseado, soñado desde hace mucho tiempo. Ser madre.
Veis a otras madres, quieren a sus hijos más que a nada en el mundo, les protegen, matarían por ellos. Debe ser ideal.
Van pasando los 9 meses, tu barriga crece, la gente te pregunta, se preocupan por ti. No te sientes ahí que esa silla está muy dura, espera que te coloco bien el cojín, no comas esto, no corras mucho, te ayudo con la compra, no subas las escaleras tan deprisa.
Claro, y es que estás embarazada, y el sentimiento de sensibilidad que crece alrededor de ti es humano, es natural, es bonito. Y debe ser así.
Cuando se va acercando el parto veis que el tiempo se enlentece, los días no pasan y una semana es un mundo. Deseáis que llegue un día a las 5 de la madrugada y despertaros con contracciones.
Y ese día llega, ya sea de una forma u otra, llega.
Tienes a tu hijo.
Pueden pasar muchísimas cosas. Lo idílico, lo que vende es que de repente sientes un amor descomunal por esa personita que acaba de nacer, la felicidad te invade, pones a tu hijo al pecho y se coge, se va acostumbrando a alimentarse de la mama y luego se duerme hasta la siguiente toma.
Yo os veo la mañana siguiente.
Y si bien es verdad que hay veces que sí que puede ser así, lo normal es que no sea.
Lo normal es que llegue a la habitación y desde la cama acostadas y sin fuerza para levantaros me digáis que no habéis descansado mucho, el niño no se coge, llora, os duele o sentís como si os hubieran dado una paliza después de tantas contracciones o después de la cesárea.
Claro que estáis felices, todo ha ido bien. Tenéis un hijo sano.
Deberíais sentiros como la mujer más feliz del mundo.
Pero el pero es muy grande.
Nadie os explica lo que es un puerperio de verdad, porque hay puerperios suaves, pero los hay muy duros.
El puerperio es una revolución hormonal y como tal se trata de un cambio. Y ese cambio está en nuestro cuerpo, no en el de tu marido, tu madre o tu suegra. Tú sabes quién eres, donde estás y lo que te está pasando.
No pasa nada si de repente no sientes ese amor enorme por tu hijo porque llegará, y será tan grande que serás capaz de matar o morir por él (sin exagerar). No pasa nada si crees que no serás capaz de criarlo, educarlo, porque sabrás, tu ejemplo será el camino. No pasa nada si no te sube la leche o desistes de dar de mamar, no estás restando cualidades intelectuales a tu hijo ni perdiendo el vínculo materno con él. No pasa nada si llora y si te desesperas, si te planteas si lo mejor hubiera sido no tenerlo, somos humanos. No pasa nada si ahora no paras de discutir con tu pareja (levántate tú, no te toca a ti, llevo despierta toda la noche, la culpa es tuya que quieres seguir dándole de mamar…). No pasa nada.
Te piden, o nos pedimos a nosotras mismas ser súper madres.
Ves que una personita, tu hijo, acaba de llegar a este mundo, y depende de ti, para todo, para vestirse, para limpiarlo, para comer, para todo. De ti. Y tú tienes que dar la talla. Ser una súper madre y controlarlo todo.
Pero tu cabeza y tus hormonas orquestando no lo permiten.
Y repito hay mamás que sí que pueden, y todo esto de lo que hablo se ve muy diferente desde un segundo embarazo. Pero lo normal es esa sensación de descontrol, de impotencia. De un descontrol y una impotencia que piensas que no te puedes permitir, pero ¡claro que te la puedes permitir!
Las imágenes que nos venden de una mamá sonriente acabada de parir en su cama con su hijo, rodeada de sábanas blancas, hacen que creas que algo no funciona como debiera. No ayudan. Pero es el camino, es tu camino.
Ahora no te das cuenta pero eres una súper madre, sea como sea y estés en la situación que estés. Sea quien sea que te rodee y sea lo que sea que te digan.
Eres la mejor madre del mundo, y te darás cuenta, solo date tiempo.
Si te interesa el tema no dejes de visitar mi blog, pues iré ampliando la información sobre temas relacionados con el puerperio hasta que no te quede ninguna duda. Además puedes preguntarme lo que quieras a través de mi mail o en los comentarios de esta entrada.
Un beso y ¡mucho ánimo súper mami!
Fuente de la imagen: eresmama (punto) com